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María Fernanda Campa Uranga

Geología y Revolución

Hay países donde la geología está a flor de piel, y México es uno de ellos. Bañado por dos grandes océanos, México recibe los desvaríos de cinco placas tectónicas que tiñen su paisaje de volcanes, como el colosal Popocatépetl, y donde los grandes terremotos han marcado su historia pasada y reciente. En este revolucionario contexto solo podía surgir una mujer como la Chata Campa.

 

María Fernanda Campa Uranga nace en Ciudad de México el 22 de marzo de 1940, en el seno de una familia de izquierda militante y combativa. Su padre, Valentín Campa, fue líder sindical del ferrocarril, y pasó la mitad de su vida en la cárcel. Su madre, Consuelo Uranga (la Roja), fue incansable en la lucha por los derechos de la mujer y tenaz defensora de los trabajadores. También era una mujer muy culta, que sostenía a la familia con sus traducciones del francés e inglés, además de dirigir varios periódicos en la clandestinidad. Entre libros, militancia y referentes femeninos, se fue forjando la agitada personalidad de la Chata Campa.

Con apenas 17 años, María Fernanda ingresa en el Partido Comunista Mexicano, iniciando así una militancia activa como líder estudiantil que le permitió conocer al mismísimo Che Guevara en Sierra Maestra. Durante la revuelta de los estudiantes de 1968, tuvo la desgracia de vivir en primera persona la Matanza de Tlatelolco, un genocidio que marcó la historia mexicana del siglo XX y que dejó sobre la Plaza de las Tres Culturas un reguero de varios centenares de muertos. 

 

Tras una escolarización brillante, la Chata cursó los estudios de ingeniería geológica en el Instituto Politécnico Nacional, siendo la primera mujer del país con este título bajo el brazo. Como geóloga, también revolucionó el panorama. Participó en la fundación del Instituto Mexicano del Petróleo y en la creación del Grupo de Ingenieros Constitución del 17, cuyo objetivo era defender el carácter público e inalienable de las riquezas del subsuelo.

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Trabajó durante años en la exploración de yacimientos para Pemex (Petróleos Mexicanos), donde realizó su doctorado en 1977. Fue entonces cuando la Chata dio el paso a la docencia, fundando la Escuela de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Txaco, para terminar como profesora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Su marca profesional fue la perseverancia y la generosidad. Durante el terremoto de 2017, ya anciana, lideró a un grupo de investigadoras para cartografiar los efectos de la sacudida sísmica en Ciudad de México. 

En enero de 2019, a los 78 años de edad, murió la Chata Campa. La Cámara de los Diputados de México guardó un minuto de silencio en su memoria. Se marchó una mujer luchadora, reivindicativa, que dio un sentido ideológico a la profesión. Su gran amiga, la escritora Elena Poniatowska, le dedicó esta frase:  tú levantas torbellinos a tu paso.

 

“Geología y Revolución” fueron las dos pasiones de esta geóloga menudita, de nariz aplastada, a la que le gustaba mucho leer y platicar en los cafés de sobremesa; trasegar por la vida con esa cadencia propia de los trópicos, al abrigo también de las turbulencias de la Tierra. 

Texto: Rosa María Mateos

Ilustración: Nivola Uyá

“Solo leyendo, estudiando y cuestionando podemos salir de la ignorancia. Nuestra sacudida pasa por la cultura”

María Fernanda Campa Uranga (1940-2019)

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