Inge Lehmann
El latido del sólido corazón de la Tierra
La invención del sismógrafo moderno, en 1880, provocó que las especulaciones sobre el interior de la Tierra fueran cayendo como un castillo de naipes. En esa misma década, en la que la ciencia seguía siendo territorio hostil para las mujeres, nació la científica que resolvería la última gran incógnita: la estructura del núcleo terrestre.
En 1888, una relevante familia de Copenhague recibía a la que, aún sin saberlo, sería su miembro más ilustre: Inge Lehmann. La niña fue educada en el ambiente igualitario de una escuela mixta y progresista. Este entorno, anómalo para la época, empujó a Inge a desarrollarse plenamente, pero no pudo evitar que años más tarde se diera de bruces con la realidad.
Estudió matemáticas en las universidades de Copenhague y Cambridge. Tras licenciarse empezó a trabajar en una oficina de seguros hasta que, en 1925, fue contratada para instalar los primeros observatorios sismológicos de Dinamarca y Groenlandia. De esta manera fortuita se especializa en sismología en un país prácticamente asísmico pero, como más adelante sabría, con un emplazamiento idóneo para el registro de terremotos ocurridos en zonas geológicamente activas y distantes de la Tierra, como el Pacífico Sur.
En 1927, realiza estancias en centros de investigación de Alemania, Francia, Países Bajos y Bélgica que le permiten contactar con grandes especialistas de la época, como Beno Gutenberg. Tras su periplo europeo, Inge es nombrada primera jefa del departamento de sismología del «Real Instituto Geodésico Danés». Era la encargada del mantenimiento y reparación de los equipos, así como de interpretar los sismogramas y publicar los boletines de datos. Trabajaba prácticamente en solitario, lo que le brindó un conocimiento inigualable de los patrones que dibujaban las ondas sísmicas al atravesar la Tierra.
Aunque realizar trabajos científicos no era una de sus funciones, Inge estaba intrigada por el hecho de que las ondas P no se comportaran según la estructura hasta ese momento conocida. Empezó a sospechar que algo más se escondía en el núcleo líquido de la Tierra al observar los diferentes patrones de desviación y cambio de velocidad que experimentaban las ondas que conseguían atravesarlo.
En 1929, un gran terremoto sacudió Nueva Zelanda y le ofreció la clave del problema. Tras años de concienzudo análisis, en 1936 publicó un artículo cuyo breve título (P’) no permitía intuir la revolución que produciría. En él, Inge describe una nueva discontinuidad sísmica en la estructura de la Tierra, una nueva frontera que separaba el ya conocido núcleo externo líquido de un ignoto núcleo interno sólido.
Tras este gran logro, Inge continuó investigando y se convirtió en una de las mayores expertas mundiales sobre el manto terrestre. Respetada internacionalmente, en 1953 se jubiló de su puesto en el observatorio y se dedicó a viajar por el mundo para colaborar allí donde la reclamaban. Fue la primera mujer en recibir la medalla William Bowie, el galardón más importante en geofísica, por ser "la maestra de un arte negro para el cual un ordenador nunca podrá ser sustituto"; una frase casi esotérica que reflejaba el análisis minucioso y los medios rudimentarios con los que Inge dio respuesta a grandes interrogantes científicos de una época pre-digital. Falleció en 1993, a los 104 años, en la asísmica Dinamarca.
Texto: Ana Ruiz Constán
Ilustración: Nivola Uyá
"Nunca percibí diferencias entre el intelecto de niños y niñas, lo que me provocó cierta decepción cuando comprobé que esta no era la actitud general"
Inge Lehmann (1888-1993)